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Cartagena de película

Llegué a una Cartagena de Indias que estaba entregada al cine. Las películas se proyectaban al aire libre en las principales plazas de la ciudad amurallada, en los barrios, en los teatros de los centros comerciales y en el antiguo Teatro Heredia (hoy Adolfo Mejía), que abrió sus puertas para ser era el escenario de las galas, donde directores y actores presentaban en vivo y en directo sus obras, a un publico diverso al que se le dio la oportunidad de asistir a la versión 55 del Festival Internacional de Cine de Cartagena gratis.

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En los cafés y restaurantes que rodean las estrechas calles de la ciudad, los productores, realizadores, guionistas, directores, actores, cinéfilos, fanáticos y curiosos escampaban del calor, mientras esperaban la próxima proyección. Las conversaciones giraban en torno a cuáles películas habían visto, cuál era su favorita cuál vendría después. Los mas expertos debatían sobre los nuevos lenguajes del cine latinoamericano, el tipo de historias que se deberían comenzar a contar, el futuro del oficio, las nuevas productoras, las posibles alianzas que dejaría el Festival, etc. Imposible no seguir el hilo de lo que sucedía en las otras mesas, y no dejarse llevar por el ambiente bohemio que en esos días se hizo mas intenso al interior de las murallas.

A las afueras del antiguo Teatro Heredia.

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Cartagena, para mí, siempre ha tenido su encanto; y en esos días perderse por sus casonas, iglesias y plazas que rememoran épocas pasadas fue una experiencia doblemente estimulante. Por infortunio llegué por simple coincidencia, y solo alcancé a ver una de las mas de 170 películas proyectadas en esos 7 días. Fue la del director colombiano Sergio Cabrera quien regresa a escena con “Todos se van”, basada en la novela autobiográfica de Wendy Guerra. Esta es una historia de la Cuba de los años 80´s contada a través de una niña de ocho años, y grabada completamente en Colombia; ya que el gobierno cubano no autorizó su producción en la isla.

El director Sergio Cabrera y su equipo.

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Cabrera, sin embargo, logra recrear los espacios y se vale de recursos para que el espectador pase por inadvertido que la de su película no es la real Cuba. El relato en voz la pequeña cobra otro dinamismo, impidiendo que esta sea la típica película de represión política. Los diálogos bien logrados hicieron aplaudir en mas de una vez al público. Esta es una historia que combina el amor, la fantasía, el dolor y la injusticia.

El escenario no podía ser mejor. Aunque el Teatro Adolfo Mejía no está debidamente acondicionado para proyecciones de cine (pues quienes quedan en los palcos del segundo y tercer piso deben ver hacia abajo), su fachada de estilo ecléctico de comienzos de siglo XX, con una marcada arquitectura italiana con influencia caribeña, hacen del lugar una joya. Y coincidencialmente para efectos de darle mas contexto a la película, su diseño está inspirado en uno de los teatros de La Habana.

Fue una velada de alfombra roja, como la de todas esas noches en la Cartagena que cada vez mas se vuelve el telón de fondo de la cultura en Colombia.

Recomendado

La pastelería de Mila Vargas en la Calle de la Iglesia. Ofrece bombones, panes, postres, tortas y todo tipo de antojos dulces y también de sal. Además tienen wifi gratis y desde el ventanal se puede ver pasar a la gente en la calle. Acá una muestra del cheesecake de chocolate.

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