“Viajar es volverse mundano, es conocer otra gente, es volver a empezar”

La frase no es mía, la encontré en el perfil de Facebook de uno de mis contactos, en esos días cuando las redes sociales se llenaron de las palabras escritas de Gabo. Es uno de sus textos sueltos, un poema que nunca antes había leído y que quizá por el simple hecho de estar lejos de casa, de haber dejado mi familia, mis amigos, mi trabajo y todo lo que conocía y haber saltado al vacío, me tocó.
Para los que creen que viajar es fácil, están equivocados. El viaje en sí libera, abre las perspectivas, cambia la percepción de las cosas; pero también te pone a aprueba. Y es una prueba personal, profunda; que involucra todos los sentidos y todo lo que creemos que somos, o hemos construido. Lejos de tu circulo eres tú contigo mismo y nada mas. No importa qué haces, o dónde vives, o en qué trabajabas, o si eres amigo de tal. De ahí que es un volver a empezar en un lugar que no conoces, que tiene una cultura diferente y un idioma que quizá ni entiendes.
Pero no me malinterpreten, ir a lugares distintos y lejanos es sin duda la mejor manera de sacudirse y entender que la vida es mucho mas de lo que creemos, que la felicidad solo depende de uno mismo y no de donde uno esté o de lo que haga, que hay veces que vale la pena salirse de la rutina y aventurarse a lo desconocido, a lo inestable. Ahí también es cuando uno se da cuenta que es capaz de hacer cosas que antes no se la pasaban por la cabeza y que todo siempre puede entenderse de otras maneras. Y la sorpresa es encontrarse con otros que también andan en la misma búsqueda, y darse cuenta que al final, como bien lo decía el maestro, viajar “…es querer regresar. Regresar valorando lo poco saboreando una copa, es desear empezar”.
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