Explosiones en el océano

La primera explosión la oímos a los 20 minutos de haber iniciado el buceo. El sonido parecía venir de cerca, yo lo sentí encima de nosotros. El estruendo nos hizo brincar a todos y nos quitó la calma. Cuando vino el segundo totazo, mas fuerte que el primero, le hice señas a mi compañero de subir a la superficie. Estábamos a unos 25 metros bajo el mar, era alrededor del medio día.
El guía, uno de los locales entrenados como Dive Master para llevar a los turistas por el arrecife, nos hizo señas de calma. Con las manos dibujó una explosión y el gesto de lejos. Continuamos el buceo por los 30 minutos mas que duró la inmersión en un arrecife que parecía fantasma. La soledad de aquel dramático escenario con paredes submarinas que bajaban hasta los 30 metros en un mar azul totalmente transparente, me hizo agudizar mis instintos de peligro. Del suelo marino no quedaba nada, solo un par de corales que se resistían al daño de las explosiones, que como en esa mañana ocurrían a menudo. De resto era un arrecife de escombros.
Los hechos ocurrieron en Gato Island a 40 minutos en lancha de Malapascua, Filipinas. El segundo punto de buceo famoso de la isla, después de las estaciones de limpieza de los tiburones zorro. Como bien nos dijo después el Dive Master en la lancha, las explosiones venían de la frontera con Borneo, donde la pesca con dinamita sigue siendo popular, aunque sea una práctica ilegal.
Según la FAO la pesca con dinamita deja a su paso enormes cráteres marinos y puede llegar a devastar entre 10 y 20 metros cuadrados de fondo. La explosión mata a los peces y se lleva a su paso toda la vida marina. “En los arrecifes de coral, la re colonización de hábitats es muy lento y la recuperación completa puede tardar varias décadas”.
Luego de la destrucción, los pescadores se mueven en búsqueda de ecosistemas saludables en donde haya mas peces. Y así van acabando con las superficies marinas y todo lo que esta a su paso. Lo increíble de todo es que hay muchos que no se percatan de la destrucción de la que están siendo protagonistas. En Filipinas, cuando un grupo de biologos comenzó a capacitar a los pescadores de la isla de Apo sobre los efectos de la pesca con explosivos, muchos ni siquiera sabían como se veía el arrecife antes de que comenzaran a explotarlo, ni tampoco tenían idea de que los corales no eran piedras de colores sino organismos vivos y esenciales para que haya peces.
Pocos logran imaginarse lo que hay bajo el mar. Y menos aún son testigos de ese mundo submarino en donde se supone reina el silencio, y que estamos aniquilando dejando solo sus escombros.
Deja una respuesta