Periodismo, escritura, yoga

El templo de las 216 caras

Bayon es otro de los impresionantes legados del Imperio Jemer. Cada una de sus 54 torres están decoradas con caras sonrientes, que apuntan a los cuatro puntos cardinales. Su construcción fue posterior a Angkor Wat y está ubicado en el centro de Angkor.

Difícil no sentirse observado en este lugar. Desde el momento en que se entra en la muralla de piedra que protege el templo, las torres que desde lo lejos no dan cuenta de sus detalles comienzan a revelar los rostros que guardan. Las figuras miran a sus visitantes desde lo alto, con los ojos entre cerrados y una expresión sonriente, de calma, como invitándolos a entrar en ese estado de nirvana en el que ellas se encuentran. Su presencia se siente desde todos los puntos y al ir recorriendo los niveles del templo se vuelven mas cercanas, hasta quedar a la misma altura de sus espectadores.

Explicar con palabras la imponencia y la paz que transmiten estos rostros que te observan sin cuestionamientos es imposible. Yo tuve la suerte de recorrerlo a solas, cuando todavía las hordas de turistas no habían aparecido. Me impresionó el misticismo de este lugar pensado para el cultivo del espíritu.

Mi objetivo era ver el amanecer en Bayon, así que en el segundo día de mi travesía en bicicleta por Angkor salí del hotel a las 5:30 a.m. A las 6:00 a.m. estaba pasando por Angkor Wat, cinco minutos después apareció la entrada a Angkor Thom y hacia las 6:15 a.m. ya me encontraba en compañía de los 216 rostros. Ingresé por una de las entradas laterales y comencé el ascenso en espiral hacia la tercera planta, donde esperé a que el sol se alzara en el horizonte. Minutos después del amanecer los rayos de luz comenzaron a iluminar uno a uno los rostros, dejando al descubierto sus detalles.

Bayon está ubicado en el centro de Angkor y su construcción es posterior a Angkor Wat. Fue erigido durante el reinado de Jayavarman VII (1181 y 1220 d. C), quien abandonó el hinduismo y se convirtió al budismo,  y de ahí que desde su nacimiento éste haya sido pensado como un templo budista, a diferencia de Angkor Wat que fue primero hinduista (en la actualidad la mayoría de la población en Camboya es budista).

Su imponencia también se debe a que éste fue el reinado de mayor esplendor del imperio. Sobre los rostros hay varias teorías, una de ellas es que representan al rey, quien se consideraba a si mismo como un “rey dios”. Sin embargo, la mas aceptada es que se trata de la imagen de una deidad que personifica la compasión. Las caras apuntando a los cuatro puntos cardinales se asocian a los cuatro estados sublimes del budismo: caridad, compasión, simpatía y equidad. Las 54 torres están relacionadas con los 54 días del calendario lunar, y las 54 provincias del Imperio Jemer durante el reinado de Jayavarman VII.

Poco tiempo pasó para que el templo comenzara a llenarse de voces y gente. Para las 7:00 a.m. había desaparecido la solemnidad que Bayon me inspiró en un primer momento. Cogí rumbo, entonces, hacia Bauphuon, conocido como el templo de la montaña, construido en la mitad del siglo XI y dedicado al dios hindú Shiva.  Su parte mas alta llega a los 50 metros, hasta donde se puede subir caminando.

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Aledaño a este se encuentran las ruinas de lo que antes era el palacio real (hoy en un alto grado de deterioro), su entrada está decorada por una terraza de 300 metros de largo con elefantes esculpidos, cuyas patas y trompas hacen las veces de columnas. Este es un bonito lugar para sacarse una foto. Enfrente están las 12 torres que conforman el Prasat Suor Prat.

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A lo largo de recorrido, en las calles y templos principales, vendedores ambulantes ofrecen agua y cocos helados para calmar la sed de los turistas. También hay restaurantes improvisados y todo tipo de souvenires a la venta. Como andaba en bicicleta varias fueron las paradas a la largo del camino.

Entré pedaleando por un sendero cubierto por árboles, hasta las puertas de Tep Pranam, un templo budista construido a finales del siglo IX por el rey Yasoarman I. El ingreso estaba determinado por un Buda contemporáneo, al que algunos fieles le rendían homenaje. Las raíces de los árboles que cubrían las paredes, invadiendo la edificación,   eran solo un abrebocas de lo que vería al día siguiente en Ta Phom, que junto con Angkor Wat y Bayon es uno de los templos mas representativos de Angkor.

Era casi medio día, pero aún así saque fuerzas para continuar un rato mas, pero siendo mas selectiva. Angkor es un lugar en donde hay tantos monumentos que simplemente hay que hacerse a la idea de que no se pueden ver todos, y por eso es mejor optar por los que mas valen la pena. El calor ya era fuerte y todavía faltaba la vuelta, el impulso solo me duro cinco kilómetros mas, hasta llegar a Neak Pean; la isla artificial que alberga el templo budista de los lagos, cuyas aguas se consideraban medicinales.

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El camino de vuelta a pleno medio día fue tortuoso, hay que decirlo, pero al final del día, luego de ver las fotos, creo que valió la pena. Lo mejor es que todavía quedaba un día mas de Angkor en bicicleta.

El recorrido (en rojo):

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