Berlín, la ciudad tomada (segunda entrega)

El distrito de los jóvenes, del arte, la cultura y la creatividad en Berlín es sin duda Friedrichshain. Un sector de la ciudad que sobresale por la particular manera en la que sus habitantes se han apropiado de los espacios urbanos: interviniendo el espacio público con arte y reciclando inmuebles olvidados, transformando así sus usos, sus dinámicas dentro de la urbe y su relación con los ciudadanos. El resultado es una zona de la ciudad con alma, en donde sus habitantes cohabitan con la arquitectura de antes y los espacios industriales y de vocación obrera que a principio del siglo XX le dieron vida a este barrio. Recorrer este rincón de Berlín es ser testigo de cómo los inmuebles se transforman según van cambiando las dinámicas de la ciudad, respondiendo a sus necesidades, pero conservando su importancia patrimonial dentro del esquema de la historia del lugar.
En pleno corazón de Friedrichshain, aparece Neue Heimat un complejo de antiguas bodegas, que hoy parecen mas una galería a cielo abierto. Sus fachadas exponen muestras del talento local. Las obras logran incorporarse a la arquitectura, realzando sus formas, en algunos casos; en otros quitándoles su importancia como estructuras, y convirtiéndolas en simples lienzos urbanos.
Pero además de la estética del lugar, lo que llama la atención es la dinámica misma del espacio. Es uno de esos sectores en donde siempre hay flujo de personas, ya sea día o de noche; y que se ha convertido en algo así como el corazón de Friedrichshain, donde tarde o temprano todos se cruzan, por su multifuncionalidad.
Su primer uso sería el de corredor peatonal, un lugar abierto, que hace parte del espacio público y como tal sirve de acceso a la parada de la estación del metro de la calle Warschauer, y al barrio mismo. Cerca de la salida a la avenida principal, se ubican algunos negocios de comidas rápidas, la mayoría en containers, que forman una especie de plazoleta de comidas. Ese es su segundo uso, el de punto de encuentro entre quienes llegan del metro, los que se reúnen para salir de rumba, los trabajadores que quieren saciar su hambre, etc.
A lo largo del corredor también hay cafés y bares auténticos berlinenses, donde se puede conseguir una copa de vino a dos euros, y cerveza local a precios igual de bajos. Los locales están ubicados al interior de las antiguas bodegas. Son espacios con techos altos, ventanas alargadas, en donde las estructuras de hierro están al descubierto y en el ambiente predomina el cálido color ladrillo. Las intervenciones de arte callejero también son vivibles, y los objetos que adornan los lugares por lo general son escogidos indiscriminadamente, representando varias tendencias a la vez. Las bodegas están subdivididas en diferentes espacios y allí también funcionan talleres, galería, librerías, gimnasios, oficinas, discotecas, etc.
Este es también el lugar de la vida nocturna. En la capital alemana la noche comienza tarde y se alarga hasta primeras horas de la mañana. La gente llega a los bares pasada la media noche, a las 3 de la mañana todavía se les ve a muchos apenas entrando. Y la fiesta nunca se acaba. A las 10 de la mañana cambian de bar, y entre un lugar y otro pasan el fin de semana. Con la noche también llegan los expendedores de droga a Neue Heimat, que también se les encuentra durante el día. En este lugar dominan el mercado los inmigrantes africanos, que se acercan con cautela a sus clientes, ofreciendo su mercancía y aprovechan las calles mas oscuras para hacer sus canjes.
Pero quizá por lo que es más conocido Neue Heimat es por su ambiente de los domingos. Es cuando las calles son tomadas por los vendedores de artículos de segunda mano, que conforman uno de los mercados de las pulgas mas populares de Berlín. Venden literalmente de todo: antigüedades, baratijas, ropa que ya no utilizan, los juguetes que sus hijos ya no quieren, tejidos, joyas, obras de arte, etc.
Ese también ese día de la semana cuando abre el festival de comida al aire libre de Neue Heimat . Donde locales y turistas (sobre todo) se reúnen a disfrutar de nuevos sabores, comida local y propuestas fusión de la cocina alemana; acompañadas de cocteles, vinos seleccionados y cerveza de barril. El carácter del lugar busca un ambiente “chic”, en donde se pasa la tarde disfrutando de conciertos de jazz en vivo, y selecciones de los DJs locales conocidos. Todo bajo el techo industrial de una antigua bodega de los ferrocarriles.
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