Montañas de chocolate

Sobre como se formaron es todavía un misterio. Los románticos creen en la leyenda del gigante Arogo, quien se enamoró de Aloya, una simple mortal, y quien tras su muerte no dejó de llorar. Las formaciones rocosas son, entonces, las lágrimas petrificadas del gigante. Para otros las colinas son las rocas lanzadas por dos gigantes durante una batalla para demostrar quien era el mas fuerte. Y hay otras dos teorías bastante peculiares que dicen que estas no son mas que la materia fecal de un gigante. La primera historia tiene que ver con que el poblado cansado de que la criatura se comiera sus cosechas decidió ponerle trampas con comida en mal estado, y bueno el resultado es visible. La segunda también habla de un gigante enamorado llamado Miguel que para ganar el afecto de la mortal Adriana debía bajar de peso, así que su decisión fue defecar básicamente todo lo que comía. Raras maneras de los filipinos de encontrarle explicación a las cosas, ¡yo sé!
Científicamente su formación se le atribuye a depósitos de piedra caliza bajo el mar, levantados por el movimiento de las placas tectónicas y la acción del agua de lluvia y la erosión (un proceso que duró miles de millones de años). Estas son una de las maravillas naturales del mundo, y están ubicadas en el medio de la isla de Bohol (700 km al sur de Manila), formando algo así como una cordillera de conos casi todos del mismo tamaño, que en las temporadas de sequía toman un color café, y de ahí que se les asocie con bombones de chocolate (son como los kisses de Hersheys).
Se estima que en total son unas 1.268 colinas repartidas en una superficie de 50 kilómetros cuadrados, y su altura va entre los 30 y 120 metros. La manera mas fácil de llegar hasta allí es con un tour; aunque realmente la mejor manera de verlas es alquilando una moto. Durante el recorrido el paisaje es vistoso y muy verde, con montañas, campos de arroz y poblados locales.
Hay varios puntos desde donde se pueden apreciar, pero las mejores vistas se logran en el mirador que administra el gobierno local (desde ahí está tomada la primera foto), pues uno queda literalmente en la mitad de las colinas y a la misma altura, luego de subir los 220 escalones. Para llegar ahí se debe tomar una carretera pavimentada, con ascenso en espiral, los que van en moto pueden parar antes del mirador y lograr muy buenas fotos desde abajo. La entrada vale 50 pesos filipinos, que es un poco mas de un dólar.
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