La economía azul

Un nuevo modelo de negocio en el que los residuos de un producto se convierten en la materia prima para generar otro nuevo. Se trata de una nueva economía innovadora y sostenible, que sigue los patrones de la naturaleza. Ya son más de 100 los ejemplos exitosos en el mundo.
Existe un lugar en la tierra en donde el progreso se mide a partir de los niveles de felicidad de su gente. Las mediciones se hacen cada año, y comenzaron luego de que Bután, un país montañoso y pequeño, situado al sur de Asia abriera sus puertas a la globalización. Para el príncipe del único reino budista que todavía sobrevive en el planeta, “el desarrollo material y espiritual deben ir de la mano”. En la actualidad, Bután es el país más feliz del mundo y el primero en adoptar un modelo económico en el que la sostenibilidad ambiental y social son las principales premisas.
Este nuevo modelo es conocido como economía azul y fue desarrollado por el economista y empresario Gunter Pauli, quien trabaja desde hace 20 años para que, como sucede en Bután, la gente de todo el mundo sea cada día más feliz. “Si logramos una economía que en vez de acabar con las materias primas y devorar los recursos naturales le apunte a un nuevo modelo de negocio en el que el que los residuos de un producto se conviertan en la entrada para crear un nuevo flujo de caja, donde las innovaciones y avances nos permitan eliminar muchos símbolos de la producción y consumo insostenible; y que además genere múltiples ingresos y beneficios, lograremos por un lado salvar el planeta y por otro generar mayor bienestar social”.
En otras palabras, se trata de un modelo económico que va más allá de la ya conocida economía verde. “En la economía verde lo bueno es costoso, en la economía azul no. La economía verde depende de subsidios, la economía azul de innovación. La economía verde depende de las grandes empresas, la economía azul de los emprendedores. Y, lo más importante, en la economía azul somos capaces de aumentar la productividad y generar más empleo, la economía verde no”, argumenta Pauli.
Innovaciones azules
Pese a que Gunter Pauli es economista de profesión, y como el mismo lo dice, “antes que nada un empresario”, su interés por el tema ambiental comenzó en 1993. Un año antes, la empresa de detergentes que presidía en su natal Bélgica recibió el Premio Mundial de Medio Ambiente de las Naciones Unidas. Su negocio se convirtió en un ejemplo para el mundo al producir jabones biodegradables, que al ser fabricados con materias primas renovables, como extractos vegetales y aceites naturales, no contaminaban las aguas del Rin. Sin embargo, la sorpresa se la llevó un año después, cuando al visitar a sus proveedores en Malasia e Indonesia se enteró que para abastecer las necesidades de su fábrica se exterminaban millones de hectáreas de bosque que servían de hábitat a los chimpancés.
Ahí supo que era necesario dar un paso más adelante. Así comenzó su búsqueda hacía un modelo de negocio que realmente garantizara la sostenibilidad ambiental del planeta. “Decidí dedicar tres años de mi vida a la investigación, durante los cuales estuve trabajando con los científicos de la Universidad de Naciones Unidas en Tokio. Luego llegó el concepto de economía azul, que en palabras generales consiste en que lo que es bueno para el hombre y para el medio ambiente tiene que ser barato y no causar daños colaterales”.
Para 2004 Gunter y su equipo de colaboradores –que hoy ya suman más de 3.000– comenzaron a desarrollar nuevos negocios utilizando los principios básicos de la naturaleza y partiendo de la base de que esta nunca genera basuras. El resultado son soluciones innovadoras de las que ya se han implementado más de 100 en todo el mundo.
Una de las más exitosas es la que tiene que ver con los residuos del café y los hongos. Luego de investigaciones lideradas por la colombiana Carmenza Jaramillo, en asocio con la Universidad de Hong Kong, se pudo establecer que los desechos del café son ideales para el cultivo de setas tropicales, como la shiitake, una variedad muy codiciada en el mercado. En la actualidad, solo en el departamento del Tolima, 104 empresas se dedican al cultivo de setas. Este proyecto también ha sido implementado en más de 15 ciudades del mundo entre las que se encuentran Madrid, París, Berlín, Amsterdam, San Francisco, Sydney y México, entre otros.
“En Amsterdam, por ejemplo, ya hay 147 cafés y restaurantes le entregan los residuos de la extracción del café a los cultivadores de setas, quienes a su vez les venden hongos frescos. Con este nuevo modelo de negocio los restauranteros tienen un producto tropical que antes no estaba disponible, más barato, de buena calidad, fresco y los más interesante de todo es que los productores no tienen que comprar la materia prima”, argumenta Pauli.
Pero la cosa no para ahí. Los sustratos que quedan luego del cultivo de los hongos sirven para fabricar comida para perros y gatos, de esta manera los productores obtienen múltiples ingresos de y sin afectar el medio ambiente; de esto se trata la economía azul (ver más innovaciones en ilustración).
Un mundo mejor
“Es una economía azul porque el cielo es azul, el mar es azul y cuando miramos la tierra desde el universo es azul”, explica Pauli, y luego añade: “hago lo que hago porque tengo la ilusión de tener un mundo mejor. Para mi el planeta tiene un futuro maravilloso a condición de que nuestros hijos crean que es factible”. Es por esto que decidió traducir sus modelos de negocio en fábulas ilustradas para niños, que llevan a los pequeños a mundos en donde las posibilidades para brindarle soluciones al planeta son infinitas, lo único que se necesita es creatividad.
Pese a que Bután es el único país que ha adoptado como parte de su agenda de gobierno la economía azul, esta manera de pensar en los negocios es una alternativa que cada vez cobra más importancia en el mundo. China –por ejemplo– ha permitido la distribución gratuita de las fábulas de Pauli en los colegios públicos. “Cuando les presenté mis ideas sobre la economía azul a los chinos me dijeron que aunque no podían cambiar su modelo de desarrollo, estaban interesados en que las futuras generaciones estuvieran expuestas a mis innovaciones”, cuenta Pauli.
Con su trabajo, Gunter Pauli espera inspirar a nuevos emprendedores a aventurarse a generar negocios con múltiples posibilidades, que sean productivos, que ayuden a mejorar las condiciones sociales de las comunidades, que produzcan productos frescos, saludables, al alcance de todos y que de alguna manera ayuden a hacer más sostenible la vida en la Tierra.
*Publicado en Avianca en revista, todos los derechos reservados a Publicaciones Semana.
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