Un barrio de estilo europeo
Entre las calles 67 y 72, desde la carrera Séptima hasta la Caracas, sobrevive uno de los barrios más emblemáticos de la burocracia bogotana: Quinta Camacho, un mágico lugar rodeado por casas de ladrillo y techos inclinados, donde predomina el estilo inglés.
De don Enrique Camacho se sabe poco. Quienes lo conocieron dicen que era un hombre que vivía sumido en sus meditaciones, a quien no le gustaba hablar con nadie y quien siempre llevaba un vestido de paño negro y un sombrero de copa. No se sabe a ciencia cierta cuál era su ocupación, sin embargo era un reconocido santafereño, dueño de una gran extensión de tierra al norte de Chapinero que hacia la mitad del siglo XX se convertirían en el barrio que hoy lleva su apellido.
La quinta de la familia Camacho estaba situada en la carrera 13 con calle 68 y era una amplia casona rodeada por jardines con pinos y eucaliptos. Entre los bogotanos se rumoraba que en la mansión había sido asesinado el famoso torero Leandro Sánchez de León, conocido como Cacheta, quien visitó la ciudad para las corridas de Santa Fe y quien después de hospedarse en la Quinta de los Camacho jamás volvió a ser visto. “Por ese motivo, a cuantos pasaban por allí inspiraba terror no solo el aspecto fúnebre de la mansión, sino el semblante triste y taciturno del dueño, que hacía pensar en que sin duda lo carcomía algún remordimiento”, afirma el historiador Daniel Ortiga Ricaurte en sus ‘Apuntes para la historia de Chapinero’.
Para esa época, comenzando el siglo XX, Chapinero era una especie de suburbio donde todavía se podía disfrutar del aire fresco y de la tranquilidad de la naturaleza. “Chapinero es un blando y misericordioso remanso de tranquilidad, en medio del cual se respira, se come, se anda, se charla, se escucha y se duerme mejor”, decía un reportaje de Valerio Grato, publicado en El Gráfico el 18 de junio de 1921. En sus alrededores, reconocidas familias tenían sus quintas de recreo y los Camacho no eran la excepción.
Quinta Camacho, el barrio
Para 1939 los Camacho comenzaron a vender sus terrenos. Aunque Chapinero seguía siendo un sector alejado “era la zona predilecta por quienes buscaban vivir con mejores condiciones, en amplias quintas rodeadas por jardines y antejardines, lejos del desorden del centro. Además su ubicación comenzaba a ser estratégica”, explica el historiador Germán Mejía Pavony.
Por una parte, la construcción del templo de la virgen de Lourdes en 1875, impulsada por el entonces capellán de Chapinero, fray Antonio María Garzón, en la calle 63 con carrera 13, convirtió el lugar en un punto de encuentro. Luego con la inauguración del tranvía entre Bogotá y Chapinero, en 1884, –que partía de la Plaza Santander, por la carrera Séptima, hasta San Diego y a partir de la calle 26 tomaba la actual carrera 13 hasta llegar al barrio norteño– hizo de Chapinero y sus alrededores un lugar que, si bien seguía alejado del centro de la capital, era accesible. “Estos dos hechos y la posterior instalación del acueducto en el norte impulsarán el desarrollo del sector y por lo tanto de Quinta Camacho como barrio, no ya como simple lugar de recreo”, agrega Pavony.
Hacia los años 50, varios de los antiguos terrenos de los Camacho estaban ocupados por elegantes quintas de estilos inspirados en la arquitectura europea, muchas de las cuales aún se encuentran en pie, en las que sobresalen materiales como el ladrillo combinado con columnas de madera, yeso y piedra, techos inclinados, ventanas y puertas enmarcadas con arcos, pórticos rematados con cornisas en piedra, ostentosas chimeneas, columnas en mampostería, cerraduras y escudos en cada una de las portadas.
Son quintas que cuentan con un jardín y antejardín y en las que, a diferencia de las tradicionales españolas, desparece el patio central. Además son construcciones con una arquitectura que se centra en los detalles, buscando en los acabados el elemento diferenciador. “Los arquitectos eran como los directores de orquesta, pero de una orquesta conformada por ornamentadores, talladores de piedra y especialistas en trabajar los detalles. Quinta Camacho va a ser un barrio que arquitectónicamente va a romper con todos los cánones estéticos de la academia. Es un estilo que surge desde una cuestión política: del deseo de revindicar los valores populares, solo que en este caso se hace tomando como modelo los cánones europeos. En este sentido vamos a encontrar casas neofrancesas, neoespañolas, neoitalianas y neoinglesas, estas últimas son las más características”, explica la arquitecta Silvia Arango, autora del libro Historia de la arquitectura en Colombia.
De Londres a Bogotá
Caminar por las calles de Quinta Camacho es como dar un corto paseo por un barrio de Londres. Sus casas con techos inclinados al estilo ingles, que en el Viejo Continente tienen como función que la nieve se deslice durante el invierno, no es la única semejanza. Quinta Camacho, o mas bien Bogotá, alguna vez tuvo el clima de Londres y fue, además, un barrio pensado para que la gente disfrutara del espacio público, de sus calles, plazas y parques.
Según Arango, el trazado del barrio estuvo a cargo de la famosa firma de arquitectos de los hermanos Herrera Carrizosa, quienes también construyeron el Teatro Colombia y la antigua sede de la Bolsa de Bogotá (el edificio ubicado en la calle 14 con octava), entre otras muchas edificaciones. Este cuenta con un parque central, en la calle 70 con carrera 11, que es el núcleo principal, del que se desprenden otros más pequeños y longitudinales.
Se presume que fueron los Herrera Carrizosa quienes hicieron las primeras quintas que contaban con salón de fumadores, tocador para las damas, baños, invernaderos, salón para el piano, salones de juego, dormitorios iluminados, entre otros muchos espacios. También se encuentran registros del trabajo de la firma de arquitectos A. Martínez y Hoyos en aquellos primeros años de la consolidación del barrio. “La gran mayoría de las casas de quinta Camacho eran sacadas de manuales de arquitectura, postales y revistas que llegaban al país. Eran hechas a la medida de los clientes, por lo general intelectuales de clase media, liberales que buscaban una forma de vida alternativa menos atada a los usos y costumbres tradicionales”, explica la arquitecta.
Algunas de las familias que habitaron en el lugar fueron los Lleras Restrepo, Pastrana Borrero, Manrique Martín, De Francisco, Lleras, Restrepo, Gracia, Jaramillo, Cuellar, Gnecco, Ángel y Villegas, entre otros.
Una de las cuadras más representativas del barrio es la calle 70A entre las avenidas caracas y 11, donde el Banco de Bogotá construyó un conjunto de casas para sus empleados, todas de estética.
En la actualidad Quinta Camacho ha ido perdiendo su espíritu de barrio tradicional y se ha transformado más en un lugar de paso en el que se encuentran importantes centros empresariales y todo tipo de restaurantes. Sus clásicas edificaciones, sin embargo, están protegidas desde el año 2000 por el Plan de Ordenamiento Territorial (POT) que las catalogó como bien de interés patrimonial.
“Las autoridades distritales, concientes de los valores históricos y estéticos del barrio, tienen una política encaminada a su protección que prohíbe cualquier alteración física de las viviendas y un régimen de usos del suelo que favorece la vivienda y restringe otros usos de alto impacto”, dice Rubiel Ocampo, codirector de la Corporación Quinta Camacho, una agrupación de vecinos que se ha dedicado a trabajar por el preservar el lugar.
Este es sin duda un barrio emblemático en la historia capitalina, punto de referencia arquitectónico, en donde se hace evidente esa época en la que los bogotanos soñaban con vivir en barrios calcados del Viejo Continente en los que la elegancia y la exclusividad eran aspectos centrales, así como el anhelo de vivir fuera de los cánones tradicionales.
* Publicado en la Revista Entorno, todos los derechos reservados a Proyectos Semana.
3 Responses to “Un barrio de estilo europeo”
Magnírfico artículo! Mis abuelos vivieron en Quinta Camacho y mi mamá creció allá.
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Hermosa reseña histotica, me transporte con el alma a esa epoca señorial de nuestra Bogots y se quedo en el tiempo y nunca volvera
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Rosi gracias por ese lindo comentario 🙂 Te invito a que sigas navegando mi blog, ojalá encuentres mas historias que te gusten! Un saludo.
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