Todo comenzó con el fuego
Desde tiempos inmemorables, los hombres han forjado sus relaciones humanas entorno a la cocción de los alimentos, a la hoguera. Una historia que comienza con el descubrimiento del fuego y que continúa hasta la modernidad.
Pasaron cientos de miles de años antes de que los antecesores del hombre –los homínidos– descubrieran que el fuego, además de protegerlos del frío y de ahuyentar a las bestias salvajes, también tenía la propiedad de transformar los alimentos. Al parecer, el primer cocinero surgió por simple casualidad, luego de que un incendio carbonizara los trozos de carne que habían guardado como reserva, dejando uno de ellos en el punto justo para ser consumido.
Desde entonces, la hoguera además de brindar protección se convirtió en el centro de reunión de estos primates avanzados. Este fue el nacimiento de la cocina como actividad social. “Al cocinar, los homínidos saltaron del medio animal al medio social propio del hombre. Y hay que tener presente que durante largísimo tiempo la actividad culinaria tuvo que ser la actividad básica de los últimos homínidos y de los primeros hombres, ya que por una parte condicionó e hizo más fructífera la recogida de fuentes naturales de alimentos”, explica Faustino Cordón, en su libro Cocinar hizo al hombre.
En este sentido, el hombre ganó una cierta independencia alimentaria en relación con los demás animales, ya que el fuego hacía más sabrosos y digeribles los alimentos, lo que les permitía consumir casi cualquier cosa. Para Cordón, la cocina será la responsable de la aparición del lenguaje entre los humanos, al ponerlos en la necesidad de utilizar la palabra para comunicarse entre si.
Desde entonces, el centro del primer hogar será el fuego, la cocina. La preparación de los alimentos se convertirá en una actividad en comunidad, que servirá de excusa para pasar un momento en familia. En los años venideros esta técnica ira evolucionando, y con la aparición de la alfarería los alimentos no sólo podrán asarse, sino también cocerse en sus jugos.
“En sumeria, por ejemplo, la cocina era tan importante que han aparecido tablillas en escritura cuneiforme con relación de compras y gastos, así como formas de la preparación de los platos”, explica Clemencia Price de Arellano, directora ejecutiva de la Academia Colombiana de Gastronomía. Los griegos y los romanos, por su parte, también dedicaron gran parte de su existencia al deleite de grandes banquetes, que eran el eje central de sus celebraciones.
Un lugar de encuentro
Durante mucho tiempo la cocina, como lugar, fue el centro de la arquitectura. Un claro ejemplo son las malokas indígenas, que conservan el fuego en el centro. Luego, este espacio irá relegándose hacia otros sectores del hogar. “Para el siglo XIX –con la imitación de la vida de las cortes en donde los alimentos son preparados por los empleados– la cocina se separará de la vivienda y pasa a ser un lugar alejado. Pero, en la medida en que el servicio doméstico desparece, el lugar de elaboración de los alimentos vuelve a cobrar importancia”, asegura Silvia Arango, autora del libro Historia de la arquitectura en Colombia.
En la actualidad la cocina vuelve a cobrar un papel protagónico, no sólo como un elemento de cohesión social que reúne a familiares y amigos en torno a la mesa; sino también como un espacio central en los hogares, que incluso en algunas viviendas modernas está integrada con las zonas sociales, evidenciando el estrecho vínculo que tiene la cocina en las relaciones humanas.
*Publicado en la revista Cocina Semana, todos los derechos reservados a Proyectos Semana.
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