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La nueva arquitectura colombiana

Una generación de arquitectos que con sus nuevas formas de hacer arquitectura ha transformado las principales ciudades del país. Sus creaciones además de revolucionar la estética, también han mejorado la calidad de vida de cientos de personas de los barrios más vulnerables.

Contrario a lo que se creería, los arquitectos colombianos con mayor proyección a nivel internacional no están haciendo lujosos edificios, ni hoteles, ni mucho menos exclusivas casas. Los arquitectos conocidos como la nueva generación de la arquitectura colombiana –no por sus edades, pues el grupo es muy diverso, sino porque sus planteamientos se diferencian por completo a los paradigmas que por décadas rigieron la arquitectura nacional– han dedicado gran parte de sus esfuerzos a la construcción de edificios públicos en los barrios más pobres de las principales ciudades del país.

Medellín es, quizá, donde este fenómeno se hace más visible por la gran variedad de proyectos que van desde plazas para el goce del espacio público, caminos peatonales, parques, bibliotecas, colegios, jardines infantiles y hasta un orquideorama, una de las obras expuestas en la VI Bienal Iberoamericana de arquitectura (Felipe Mesa y Camilo Restrepo). Pero este no es el único caso. Son varias las bienales panamericanas y latinoamericanas y los concursos de arquitectura y urbanismo internacionales en los que se ha destacado el trabajo de este grupo de arquitectos.

Todos son colombianos, todos combinan la docencia con el oficio de construir espacios y todos tienen un profundo interés por la arquitectura desde lo que es capaz de originar en las comunidades, en la vida de las personas y en la relación entre ellos la naturaleza y la ciudad. “Nuestra generación nace de una situación política concreta, que se genera a partir del modelo de los concursos públicos de arquitectura. Ese modelo de transformación de la ciudad implica un número de arquitectos trabajando para responder a las necesidades que se plantean, y nosotros se nos abre un camino para ejecutar proyectos que además de ser funcionales se destaquen por su calidad y diseño”, dice el arquitecto Daniel Bonilla.

Hoy, el trabajo de esta nueva generación de arquitectos colombianos es un referente en el mundo. El mismo director del Centro Canadiense de Arquitectura de Montreal –el más importante de investigación arquitectónica del mundo– le aseguró al arquitecto Giancarlo Mazzanti en su último encuentro que “Colombia es el laboratorio más importante de arquitectura hoy en día”. Este gran interés por lo que está pasando en el país fue lo que, quizá, motivo a la propia Zaha Hadid –una de las eminencias de la arquitectura mundial– a ponerse en contacto con en el arquitecto paisa Juan Manuel Peláez para que desarrollaran juntos la propuesta para el nuevo Centro Internacional de Convenciones de Bogotá. Este mismo fenómeno ha hecho que distintos centros de investigación y facultades de arquitectura de todo el mundo requieran a los arquitectos colombianos en sus cátedras, seminarios  y congresos, y que distintos medios de comunicación –entre ellos el New York Times, The Guardian, La Vanguardia y El País de España– los referencien en sus artículos como quienes están mandando la parada en lo que a nuevas tendencias de la arquitectura mundial se trata.

El fenómeno

Durante la segunda mitad del siglo XX la arquitectura colombiana se definió desde materiales como el ladrillo, el granito, el cemento y la piedra. Una de las grandes figuras de ese tiempo fue Rogelio Salmona, quien con sus edificaciones le cambio la cara a ciudades como Bogotá y Medellín. Todo lo que se saliera de esta estética estaba fuera de consideración y sobre este paradigma se consolidó lo que era considerado como arquitectura colombiana y lo que no. “En ese entonces Colombia tuvo una época importante, pero cuando lo importante es demasiado importante limita. Lo que esta generación ha puesto presente es que existen otras formas de hacer las cosas, otros materiales, otras corrientes artísticas y de pensamiento que inundan la manera de hacer arquitectura y que están más conectadas con el mundo”, dice Felipe Uribe de Bedout

Desde la diferencia, esta nueva generación de arquitectos comenzó a reconocerse. Edificaciones modernas, modulares, geométricas, en las que se introducen estructuras metálicas –que permiten todo tipo de posibilidades a nivel de formas–, con diferentes sistemas de cerramientos y fachadas comenzaron a aparecer en los barrios marginales rompiendo con la estética del lugar y generando nuevas relaciones entre vecinos, el espacio público y con la arquitectura misma.

“Es claro que siempre se han hecho colegios y bibliotecas pero la pregunta es de qué tipo. Cuando simplemente se suple una necesidad prácticamente no se logra ningún cambio. Lo que ha pasado con esta nueva arquitectura es que se le ha entregado a las comunidades más de lo que esperaban y esto trae como resultado orgullo comunitario, apropiación, pues las personas sienten que se está haciendo algo de calidad para ellos, que son reconocidos”, añade Alejandro Echeverri, quien lideró la transformación urbana de Medellín como gerente de la Empresa de Desarrollo Urbano y luego como director de Proyectos Urbanos de la alcaldía Sergio Fajardo.

Otro factor importante que permitió la revolución arquitectónica que está viviendo el país tuvo que ver con el cambio del contexto social y político. “Nosotros coincidimos en un momento histórico de transición entre una sociedad dominada por la violencia, lo que genero una arquitectura hermética, ensimismada y blindada que fue dejando el espacio público a la deriva. A penas ahora la sociedad comienza a dejar sus miedos atrás, a recuperar el espacio público y a entender la importancia de construir ciudades más incluyentes y equilibradas”, explica Carlos Pardo.

Y Camilo Restrepo, uno de los más jóvenes, complementa: “Yo  creo que además de ser fruto de unas condiciones históricas, está generación también tuvo la habilidad de construir el momento. En el caso de Bogotá,  si Lorenzo Castro no hubiera estado en el taller de la ciudad en la administración de Peñalosa, si Alejandro Echeverri no hubiera hecho lo suyo en Medellín y si Felipe Uribe no se le hubiera metido a lo público en los años 90, renovando el concepto de lo que realmente significa el espacio público, la arquitectura no hubiera tomado otro rumbo”.

¿La arquitectura para qué?

Pese a que a que cada uno trabaja desde sus propios preceptos, miradas, corrientes artísticas y estéticas lo que tiene en común en su forma de hacer arquitectura es que se trata de una práctica en constante evolución y cambio. Por la tanto, sus obras no conservan una unidad  estética, como era el caso de los arquitectos de antaño.

“En el Equipo de Mazzanti, por ejemplo,  nos interesa conocer y usar los fenómenos que componen la cultura contemporánea para hacer una arquitectura que responda cada día a los nuevos retos,  buscando  trabajar desde la  innovación y con una actitud creativa. Pensamos la arquitectura como un sistema abierto y adaptativo”, dice Giancarlo Mazzanti.

Juan Manuel Peláez, por su parte, asegura que el punto de partida de sus obras “es el paisaje, esa condición es una circunstancia que no tiene un guión preestablecido. Lo que me atrae de esto es  que cada vez que surge  un nuevo proyecto el concepto cambia; la relación del lugar, el paisaje y el territorio son variables”. A su vez, para Felipe Mesa “la práctica y el proyecto arquitectónico son entendidas como situaciones abiertas, pactos provisionales, fenómenos no impositivos e insertos en redes eco-sociales locales y planetarias”.

Esta misma versatilidad y apertura ante las muchas posibilidades que existen a la hora de concebir un proyecto arquitectónico les abre la posibilidad de asociarse entre ellos y de trabajar mancomunadamente. Los escenarios deportivos del coliseo para los Juegos Suramericanos de Medellín 2010, por ejemplo, son un diseño de Felipe Mesa en asocio con Giancarlo Mazzanti. Los ejemplos de este tipo son muchos.

Es por esto que cuando aparece la pregunta de ¿la arquitectura para qué?, surgen respuestas como la de Carlos Pardo, que de alguna enmarca el sentir de esta generación, “la arquitectura para transformar la sociedad, para mejorar la relación entre el lugar y las personas que lo habitan, para proponer espacios colectivos y públicos donde la gente se pueda expresar libremente”.

*Publicado en la revista Dinero & Estilo, todos los derechos reservados a Publicaciones Semana.

3 Responses to “La nueva arquitectura colombiana”

    • Ligera de Equipaje

      Gracias por tu comentario, me alegra que te gusto! y mil gracias por compartirlo. Te invito a seguir el blog para que recibas todo el contenido de lIGERA DE EQUIPAJE directamente en tu mail! un saludo

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  1. Jarco

    Muy buenos días!

    Que buen post. La Arquitectura nos puede unir a todos. Desde los hacedores hasta su principal causa, el observador, el que lo va a disfrutar!

    Mil gracias!

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