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El nuevo genio de la arquitectura

El portugués Eduardo Souto de Moura –Premio Pritzker de Arquitectura 2011–define su trabajo como objetivo, simple y poco narrativo. Asegura que la imaginación es un aliado peligroso cuando se combina con la arquitectura.

Poco antes de que el mundo conociera que Eduardo Souto de Moura era el ganador del Premio Pritzker –considerado como el Nóbel de la arquitectura–  este portugués le imploraba a uno de sus clientes en París que negociaran sus honorarios sobre el 6% y no sobre el 5%, como estaba estipulado. Días más tarde, luego de que recibiera de manos del presidente de los Estados Unidos el reconocimiento a una vida de creaciones arquitectónicas la discusión quedó resuelta. Ahí se dio cuenta que su vida había cambiado por completo.

Souto de Moura asegura, con humildad, que nunca pensó en la posibilidad de llegar a conseguir un Pritzker, que fue una noticia que lo tomó por sorpresa y más aún teniendo en cuenta las pocas obras que ha construido fuera de su natal Portugal. “Prefiero pensar que soy un arquitecto normal, no excepcional. Con los tiempos que corren, los arquitectos excepcionales no van a tener mucho futuro, se acabó el estrellato”, dijo en una de las entrevistas que le hicieron por esos días.

Quines lo conocen dicen que es un hombre jovial, con una sonrisa irónica pero plácida, de buen ánimo, fumador asiduo, algo pasado de peso, un buena vida. Desde hace años dejo su país debido a las difíciles condiciones económicas que han afectado directamente el sector de la construcción, y desde entonces se ha dedicado ha trabajar en el exterior, algo que lamenta, pues preferiría estar en casa.

El trabajo del alemán Mies van der Rohe en el que los elementos estructurales, la composición geométrica y la ausencia de elementos ornamentales cobran gran importancia ha sido una de sus fuentes de inspiración desde que era joven. Luego, al lado de su maestro el también Premio Pritzker, Álvaro Siza, terminó de definir su estilo, que hoy tras más de 60 obras reconoce como objetivo, simple y poco narrativo.

Su relación empezó cuando Souto de Moura todavía era estudiante de arquitectura en la Escuela Superior de Bellas Artes de Oporto. Desde esa época el portugués estaba convencido de que la arquitectura podía ser utilizada para cambiar la vida de los demás y junto con un grupo de compañeros emprendieron un proyecto para dignificar las viviendas de la clase obrera. Sin embargo, al no contar con un cartón que los acreditara como profesionales necesitaban de un arquitecto que se responsabilizara de las obras, y ellos no dudaron en consultar al mejor.  Después, Souto de Moura se quedó trabajando en el taller de Siza durante cinco años, hasta que finalmente terminó sus estudios y abrió su propio negocio.

“Lo que me marcó fue más su figura que su arquitectura: el hombre, su ética y su conocimiento. Él te da los instrumentos para hacer. Pero es extremadamente exigente. Es suave y dulce, pero lo quiere entender todo. Con Álvaro cuando uno piensa que está todo acabado te lo hace empezar todo de nuevo”,  respondió el arquitecto al diario El Pais cuando le preguntaron qué es lo que más admira de Siza.

En la actualidad trabajan juntos en la construcción del metro de Nápoles, misión para la cual han tenido que estudiar los planos de la ciudad de manera milimétrica. “Y es un placer viajar con él. Contamos historias, discutimos, vamos a cenar… Trabajamos bien. Yo dibujo y él me dice no, no, no… [Risas]. Es una relación muy bonita”, dijo en la misma entrevista.

Transformando espacios

Una de las obras más emblemáticas de Eduardo Souto de Moura es el estadio de Braga, estrenado durante la Eurocopa 2004. El trabajo del arquitecto consistió en modernizar el antiguo escenario deportivo en forma de U para convertirlo en un estadio de vanguardia utilizando las técnicas de land art. El resultado fue un estadio con sus graderías insertadas en una cantera de granito, único en su tipo, logrando una transformación integral del espacio. Su diseño además le permite a las personas de bajos recursos ver los partidos de fútbol desde el monte Picoto, adyacente al estadio, sin pagar la entrada. Para muchos, esta es una muestra de lo que significa la arquitectura social.

El estadio de Braga además de ser su obra más reconocida es también su preferida, y la que más le ha entusiasmado desarrollar. Quizá las razones tienen que ver con que cuando era niño iba allí con frecuencia y que su padre nació muy cerca del lugar. Y es que los proyectos más reconocidos de Souto de Moura han sido ejecutados en edificaciones que de alguna u otra forma han marcado su vida o la de sus familiares. Otro ejemplo es el monasterio de Santa María do Bouro, donde su madre pasó varios días enferma cuando era niña. Allí el arquitecto tuvo la tarea de convertir la antigua edificación en un hotel de lujo.

Durante los años que trabajó en el taller de Álvaro Siza tuvo a su cargo el diseño y construcción del mercado municipal. Una imponente estructura que finalmente cerró debido a que los clientes dejaron de ir y a que los vendedores pasaban demasiado frío. Para evitar que el edificio fuera demolido, el mismo Souto de Moura retiró la cubierta y convirtió su obra maestra en un pasadizo para el tránsito de los peatones.

Cualquier otro arquitecto hubiera reprobado cualquier tipo de intervención a su obra, sin embargo este portugués, mucho más realista, dice: “Estoy convencido de que cualquier edificio puede tener otra vida. Si hay una gangrena, no siempre es necesario cortar una pierna entera. Se puede cortar un dedo. Creo en la reparación”.

Entre sus obras se encuentran casas familiares, cines, centros comerciales, hoteles, apartamentos, oficinas, galerías de arte y museos. Su fin es crear espacios modernos que interactúen con el ambiente y tengan coherencia con el patrimonio y la historia del lugar. Esta fue precisamente una de las razones que lo hizo acreedor de uno de los premios más importantes del mundo de la arquitectura.

Como el mismo Peter Garth Palumbo, presidente del jurado, lo dijo durante su discurso el día de la gala de los premios: “En las últimas tres décadas Souto de Moura ha realizado un trabajo contemporáneo, que al mismo tiempo hace eco de las tradiciones arquitectónicas. Sus edificios poseen la habilidad única de transmitir caracteres aparentemente incompatibles, como el poder y la modestia, el coraje y la sutileza o un fuerte carácter público e intimidad, al mismo tiempo”. En esta nueva versión del Pritzker el jurado estuvo compuesto por Peter Garth Palumbo, Alejandro Aravena, Carlos Jiménez, Glenn Murcutt, Juhani Pallasmaa, Renzo Piano y Karen Stein.

Desde que se sabe que Eduardo Souto de Moura es el nuevo maestro del diseño arquitectónico no ha parado de sonar su teléfono. Entre los nuevos proyectos que tiene sobre la mesa se encuentran la construcción del metro de Nápoles, el desarrollo de unos laboratorios en Suiza, un crematorio en Bélgica y el diseño de una serie de casas en Burdeos. Y en los últimos días se enteró por medio de la prensa que Cristiano Ronaldo, a quien años atrás le diseñó una lujosa casa en Madrid que nunca fue construida, ahora sí está interesado en poner en marcha el proyecto. “¿Será que las estrellas atraen a las estrellas?”, dijo al diario El País entre risas.

*Publicado en la revista Dinero & Estilo, todos los derechos reservados a Publicaciones Semana.

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